Me llamo Juanjo, vivo en una ciudad española, casado, con hijos y adicto al sexo, sexólico. Llegó el “Paso 12” y con él llegó la primavera, y con ella unos días de vacaciones con la familia. Iba muerto de miedo, como si me llevasen al paredón de fusilamiento; así me sentía ante mi impotencia ante mi lujuria, mi ira, mi egoísmo, mi soberbia….
Pero SA me ha enseñado a reconocer cada día mi impotencia, por eso necesito ir a cuatro reuniones semanales y una reunión con mi padrino, rindiéndome diariamente ante un Dios que no conocía, después de llevar toda mi vida creyendo que lo conocía, un Dios misericordioso, que no se escandaliza de mí, sino que me cura y regenera.
Yo soy un adicto (desde los 20 años hasta mi entrada en SA) a la masturbación, a la pornografía, al adulterio, al sexo online, al coqueteo con jovencitas. Dios me ha salvado de la muerte después de intentar suicidarme; y cuando ya no había más fondo al que llegar, ahí me estaba esperando Dios para mostrarme las puertas de Sexólicos Anónimos.
Desde el día en que llegue a SA Dios me está regalando, hasta el día de hoy, el milagro de la sobriedad ¡solo por hoy!. No puedo fiarme de mi voluntad, pero puedo vivir entregándole mi vida y mi voluntad a Él; elegir libremente no mirar, no mandar mensajes, no ver pornografía, no masturbarme, no adulterar.
Mi impotencia y rendición ante la lujuria he aprendido a trasladarla al resentimiento, miedo, ira, pereza, egoísmo, envidia, soberbia, gula, avaricia, deshonestidad. Aprendo cada día a entregarle a Dios mis pecados y rendirme, admitir la derrota.
Me ha salvado literalmente la vida física, emocional y espiritual mi honestidad con el padrino, y experimentar en cada reunión de SA, como inyecciones de “quimioterapia” que me permitían seguir viviendo (participando, abriendo brecha, escuchando, apadrinando).
Experimento cada día que mi esposa es un regalo de Dios y gracias a SA por primera vez en mi vida, comienzo a respetarla y amarla. Gracias a Dios el matrimonio se está reconstruyendo. Dios me enseña en ella que existe el amor y amarse es la vida; los momentos de abstinencia están siendo los más felices de mi matrimonio, he comenzado a conocer su ternura, su dulzura, su amor. He encontrado algo mejor que la lujuria, la realidad, decir no a mis caprichos; antes era un esclavo de mí mismo, siempre contra Dios y contra los demás, siempre en mi mundo, sin saber enfrentarme a la realidad, huía de mí mismo, de Dios…., ya no huyo, he encontrado lo que buscaba.
Dios en SA a reparado la relación con mi padre, mi esposa, mis hijos, hermanos, mi familia política, no cambiándolos a ellos sino a mí; por eso ha sido la mejor primavera de mi vida: sobrio, con actos de amor, alegre; me lo he pasado genial. Cada día, cada hora rendía mi impotencia y Dios me ha enseñado a estar sobrio, amar, servir a mi familia, ser paciente y cariñoso.
Gracias Dios, gracias SA.